Jóvenes indígenas alrededor del mundo están contribuyendo a la preservación de sus culturas locales con emprendimientos alimentarios, hoteleros e incidencia legislativa, como propuestas y soluciones a los diversos desafíos que enfrentan y les impiden el acceso al buen vivir.
Para preservar el aprovechamiento sustentable del Maguey, que es un cactus endémico mexicano de Oaxaca, la joven mixteca, Viviana Bautista, trabaja con otras mujeres indígenas el proyecto “Baluarte del maguey y el pulquero”. Del maguey se extraen bebidas ancestrales como el agua miel y pulque, que han sido consideradas fuentes nutricionales en las dietas de las comunidades indígenas, específicamente como alimento para niños y madres embarazadas. Además, este emprendimiento busca fortalecer la economía de las familias que cultivan el maguey pues abarcan un mercado local de más de 10mil personas.
Guaraná, que en la lengua del pueblo Sateré Mawé de Brasil significa el principio del conocimiento, es el nombre del fruto que para diversas comunidades de Brasil permite un ingreso económico gracias a su comercialización. Sergio García con su familia y comunidad desarrollaron un sistema de producción del guaraní que rescata el sistema agroforestal ancestral, un banco genético y proyecto educativo que involucra sobre todo a los jóvenes en el desarrollo de políticas de comercio justo. Este proyecto visualiza el futuro del planeta en las manos de los jóvenes, porque la vida depende de ellos.
La construcción de un hotel/restaurante en la isla de Okinawa, Japón centrándose en diseños que revaloricen la cultura local ancestral de la isla, como propuesta sustentable integradora de todos los aspectos que abarcan la cultura indígena, es el proyecto que expuso Dai Kitabyashi, miembro del Consejo de Asesores de Slow Food.
Para hacer frente a la diabetes que está afectando a las comunidades indígenas Navajo, de Nuevo México, Estados Unidos, Denisa Livinston, está trabajando en un marco legislativo que establezca un impuesto a la comida que ostentan altos niveles de grasas, aditivos, azúcares, y un bajos aportes nutritivos.
La Miskita nicaragüense, Luz Marina López, miembro de la red de jóvenes indígenas de América Latina, está trabajando las redes de jóvenes para la unidad; asegura que es necesario promover entre los jóvenes las prácticas tradicionales que favorecen una relación respetuosa con la Madre Tierra por ello desean prepararse en el tema de Derechos Humanos y los Derechos de los Pueblos Indígenas para participar eficazmente en procesos de toma de decisiones locales, regionales y a nivel de los países.
El aporte de los pueblos indígenas a los proyectos que está realizando SlowFood y FIDA, es su mirada holística, porque no sólo se enfocan en la parte económica, sino también en la cultura, explicó, Rahul Antao, colaborador de FIDA y coordinador del proyecto Baluarte de Slow Food. Además, explicó que el empoderamiento de jóvenes en la red indígena de Terra Madre se fortalece mediante una red de intercambio horizontal entre todas las personas, que promueva el diálogo y el conocimiento.