Ser mujer Nahua, comunicóloga y participar en procesos de producción de audiovisuales no es tarea fácil. Epifanía nos cuenta la osadía de dirigir Yolik – Despacio, un documental realizado en San Gabriel Chilac, Puebla que forma parte de la sexta generación de Ambulante Más Allá.
Sobre Epifanía Martínez Rosete:
Epi, nació y creció en Chilac Puebla, un municipio al sureste de Puebla, un territorio compartido entre Nahuas e Ngiguas o conocidos también como Popolocas aunque este es un término peyorativo en lengua Náhuatl. Su familia, a causa de un proyecto de nación que pretendía homogenizar a la población en la lengua Española en los años Setentas y que por ello tuvo sistemáticas represiones y violencias a nuestra libertad de expresarnos en nuestras lenguas en espacios públicos, decidieron criarla sin la lengua de la comunidad, una crianza a la que muchos padres y madres de esa época se vieron orillados debido a las políticas restrictivas para nuestras lenguas en espacios públicos e institucionales, así que Epifanía comprende perfectamente el Náhuatl más no le es muy fácil hablarlo.
Le tocó salir a vivir nuevas experiencias al migrar para estudiar comunicación en Ciudad de México, donde descubrió su idioma es estudiado, valorado, discutido, afamado y que se busca su preservación y revitalización. Epifanía, en un intento por explicarse por qué en su crianza le negaron la lengua, fue parte de diversos espacios universitarios e institucionales donde se trabajaba con objetivos por y para las diversos idiomas y culturas en nuestro país, conoció muchas de las propuestas independientes y también las que se gestionaban a partir del estado y sus instituciones, estas últimas no fueron su opción; y después de un ir y venir en la ciudad monstruo buscando actividades para la subsistencia y para la vocación decidió volver a Chilac.
Con todo lo recogido en su tránsito por la ciudad, un nuevo proceso comenzó para ella: ser parte de la Escuela de Cine documental Itinerante Ambulante más allá, un proceso de formación con objetivos muy claros: celebrar la diversidad, apostar por la descentralización de la producción audiovisual y democratizar el acceso a realidades que merecen ser conocidas.
Su presencia en Ambulante
“Toda la vida he crecido entre imágenes, mi abuelo es fotógrafo, mi mamá un tiempo se dedicó a grabar bodas, siempre era algo que me había interesado, pero nunca, nunca me la había creído, que era posible que se pudieran hacer películas o videos así, regresé un poco diciéndome bueno creo que no hay mucho material que se haya hecho en Tehuacán, desde la lengua, la comida, dentro de lo más visible.
“Empecé haciendo foto, luego algunos videítos, y entonces apareció la convocatoria de Ambulante Más allá, apliqué y quedé. A partir de aquí es que me he enfocado en formarme en la producción audiovisual.
“De verdad que nunca pensé estar del otro lado, del lado de los que producen, porque tenía el complejo de que esas carreras son solo para gente rica, y sí (ríe) pero afortunadamente han habido iniciativas que han descentralizado esas producciones y la formación, fui una de las afortunadas con esta formación a través de Ambulante Más Allá.
Yolik, un documental que Epifanía dirigió en 2020
Linda es la mujer más anciana de su familia. Aunque enfrenta algunas de las dificultades propias de su edad, encuentra el tiempo y la energía para seguir haciendo las cosas que le gustan, como trabajar junto con su hija en el negocio familiar.
En la convivencia cotidiana con quienes la rodean ha logrado mantener vivos los recuerdos de su infancia, de lo que le enseñaron sus padres, de los lugares donde creció, y reflexiona sobre cómo todo esto ha ido cambiando en el transcurso de los años. Linda nos enseña que se puede envejecer dignamente sin perder la identidad, pues entre los mayores continúa viva su lengua materna –el náhuatl–, y demuestra que ir despacio no significa detenerse.
Mi idea inicial era reflejar el contraste entre las personas mayores que hablan el Náhuatl y la niñez, quería reflejar como a los niños y a los jóvenes se les excluye de la comunidad; su educación, forma de vida e incluso la televisión está siendo diferente para ellos y esto hace que ya no se les transmita la capacidad de hacer comunidad, este es un tema que me sigue importando mucho.
En el proceso me di cuenta de que mi tía estaba llena de historias que yo quería reflejar y en general de que las mujeres y sobre todo las mujeres ancianas, son una pieza fundamental para seguir transmitiendo nuestra cultura, y que en ellas a través de su palabra y memoria se resguarda todo este conocimiento y también la memoria de la comunidad.
En mi cabeza, por mi formación universitaria ya existía todo un bagaje teórico sobre lo que es cultura, la sociedad, culturas subalternas, identidades, la importancia de los medios de producción y las formas, pero lo que no tengo son los medios, las herramientas técnicas y otra que no sé usarlas; además de no saber cómo se organiza una producción, sobre esto fuimos todas aprendiendo en el camino.
La otra situación complicada, aunque no debería ser así, es ser mujer, ya que hiciera lo que hiciera en mi profesión, no debía descuidar las labores domésticas, existe un reclamo de cumplir los deberes de mujer que no se pueden abandonar, es una situación que aún tengo con mi familia.
Las películas exigen una dedicación de tiempo completo, para todo lo que implica pensar y pensar todo el tiempo, sentir la película, observar, reflexionar, hacer y una película, ello implica dejar de hacer muchas cosas, hacia los hombres no hay esta exigencia, al contrario hay un impulso de apoyo, para que solo se dedique a su trabajo o en este caso proceso creativo, además llevan un reconocimiento y respeto extra, Me gusta tocar este tema porque si hay una carga por ser mujer. Claro que ha habido mucho apoyo, es verdad, pero también estuvo siempre el cumplir con el “rol” que toca ser mujer.
¿Cómo fue el proceso de las protagonistas al sentirse retratadas en el documental?
Siempre hubo mucha disposición, las personas que retrato son mis familiares, pero hubo un poco de confusión y pensaron que se trataría de algunas entrevistas, aunque Chilac no es un lugar turístico a veces llegan a hacer fotos, entrevistas, a pedir ver los talleres de bordado, es de un ratito y se van, sin embargo, el proceso documental es diferente a una entrevista, yo quería que el documental fuera de muchos detalles, entonces necesitábamos mucho tiempo para estar ahí, tomó algo de tiempo para que se acostumbraran a nuestra presencia con las cámaras, que también imponen, si se logró con el tiempo para que empezaran a soltarse más.
Si hay diferencia entre la mirada de alguien de fuera a alguien de la comunidad, ya que al ser alguien de la comunidad pondrá atención a ciertos detalles, porque saben cuáles son las cosas que van a suceder o que son importantes para la comunidad, las personas de la comunidad también trataremos de reflejar nuestra mirada sobre nuestra comunidad y va más allá de lo bello. A mí lo que me interesaba era retratar la fuerza y el trabajo, que es lo que yo he visto toda la vida con mis tías.
¿Cómo fue la presentación de Yolik a la comunidad?
Fue un momento muy especial porque no se había hecho, al menos no hay registro, de que se llevara una película de la propia comunidad y que la gente se pudiera ver ahí, no fue una gran porcentaje de las personas de la comunidad, pero si fueron varias y varios y hablaban justamente de que les recordaba como trabajaban sus mamás, sus abuelos y para mí eso fue muy rico, que les despertara esa memoria y que de pronto empezaran a platicar más allá de la película, que la película detonara este dialogo entre las personas.
Yolik se filmó en la lengua de la protagonista, el Náhuatl que se sigue hablando en muchas comunidades del Valle de Tehuacán, en un formato documental para poder observar, para poder ir yolik – lento y para poder hacer a las y los espectadores participes de lo que está pasando en el espacio de la protagonista Linda y ahora es parte de los esfuerzos de muchas mujeres Nahuas y de otras familias culturales por retratar nuestras realidades, nuestras comunidades, nuestras dificultades, nuestras luchas y nuestra visión del mundo que habitamos y cómo lo habitamos, también es un aliciente a seguir adelante, mirando y retratando nuestra propia mirada.
Fotos y texto: Raquel González Blanco