(PRIMERA PARTE)
Para André
He tardado algunos días en esculpir este texto, doce para ser más exacta. La primera vez que con mi encomienda me dispuse frente a la hoja en blanco, no hice sino arrojar muchas ideas matizadas de enojo, y vamos pues, no es que desestime el lugar político de la rabia, pero sabía que, de continuar así, estaría marcando un gran sesgo. Opté por ordenar las ideas sueltas, soltarlas, dejarlas reposar y luego volver a ellas, como quien regresa a un juego de
cubo Rubik.
El 26 de noviembre pasado fui invitada a participar en un conversatorio sobre racismo en Mixquic, Tláhuac, como parte de la agenda cultural del Festival de Cine de Barrio 2021. La organización estuvo a cargo de Poder Prieto Mx para generar una dinámica de encuentro a través de los recuerdos, los prejuicios y las reivindicaciones sobre la prietitud y lo barrial.
La mesa fue moderada por María Syrenna y participaron Maya Zapata y André Ló Sánchez, así como con la perspectiva de Derechos Humanos de Ricardo Pavón y yo, Ana Hurtado.
A esa actividad le seguía la proyección al aire libre del documental NEGRA de Medhin Tewolde. Una invaluable propuesta cinematográfica que ha sido multipremiada en distintos festivales regionales e internacionales.
Antes de continuar con el programa previsto fuimos invitados a participar en una entrevista que sería transmitida por los canales de tv abierta. Participamos Syrenna, André Ló, Aketzaly Verástegui (también miembro de Poder Prieto) y yo. Lo único que sabíamos sobre esa entrevista era que sería realizada por Fernanda Tapia, conductora del programa «Puro Barrio» y nada más. No pasó mucho tiempo cuando fuimos increpados por la entrevistadora. Estábamos el centro del lente.
Sin tener ninguna consideración- al menos para saber a lo que se atiene uno- Fernanda Tapia comenzó a entrevistarnos. A manera de cortinilla ella habló algunos segundos frente a la cámara, después nos invitó a que nos presentáramos (nombre, organización y a qué te dedicas). André Ló Sánchez, cineasta afrochilampaneco, habló sobre Cardumen Lab, un laboratorio de cine y creación audiovisual que se basa en la perspectiva antirracista y de cine colaborativo.
En el segundo momento de la entrevista y habiendo «escuchado» sobre nuestros proyectos, la conductora se acercó a André y le dijo: «Oye, pero a ver, tú te ves muy exótico, como alguien que podrían contratar hasta de mesero en La Condechi”. Hubo una incomodidad colectiva. Silencio. Miradas de asombro.
¿Qué fue eso? ¿Qué acabábamos de escuchar? ¿Era ese un lugar seguro? ¿En qué parte del cuerpo se estaba instalando aquel malestar? No fue un comentario carismático, fue una agresión racista producto de una insensibilidad y de una evidente irresponsabilidad ética de la conductora. Aunque el comentario fue dirigido hacia nuestro compañero, todas las demás que estábamos ahí resentimos el eco de aquellas palabras.
En cuestión de segundos la entrevistadora ya me estaba increpando con la pregunta: «¿cómo poder luchar contra el racismo?«. Me sorprendía rotundamente que la entrevistadora estuviese preguntando algo así cuando acababa de agredir a uno de nuestros compañeros ¡frente a cámaras!
El ritmo acelerado de la entrevista nos mantuvo ahí, en un limbo trazado por la incomodidad, la premura y un fastidio que no sabíamos cómo expresar. A eso se sumaron otros errores, como el hecho de que la entrevistadora pronunciara mal el nombre de algunas organizaciones. Todas estas inconsistencias tenían un punto de contacto: eran producto del desinterés de la conductora.
Seguramente hasta este punto ya habrá algún lector musitando con sarcasmo un «¿y qué tieneee? Todos nos podemos equivocar. ¡Qué exagerados!» Permítame objetarle y aclararle que aún cuando las entrevistas son rápidas existen una serie de consideraciones que siempre deben tomarse en cuenta porque se entiende que lo importante es la palabra del otro, de no ser así ¿cuál es el sentido de hacerle preguntas a otra persona cuando el juicio personal es suficiente?
Autora: Ana Hurtado