En la zona Altas Montañas de Veracruz, en una ceremonia a la madre tierra, se ofrendan frutas a los guardianes del agua para pedirles lluvia para los cultivos.
Texto: Malinalli Metztli Amayo
Fotos: Rubén Daniel Hernández Lobato
Altas Montañas, Veracruz.- Cristóbal Oltehua Tzitzihua es un joven ritualista del Barrio de Santa Cruz en el municipio de Tequila ubicado en la zona Altas Montañas de Veracruz, es ahí donde les pide a los ‘niños’ guardianes del agua conocidos como Atlanka chokomeh, que traigan buenas lluvias para los cultivos.
«Las frutas son para los Atlanka chokomeh, para alimentarlos y pedirles buenas lluvias”, dice Cristóbal Oltehua.
En la ofrenda se colocan manzanas, guayabas, plátanos, duraznos, toda la fruta que es de temporada. Además, se nombra a los 13 elementos guardianes de la madre tierra y se prenden cuatro velas por los puntos cardinales para seguir caminando.
Durante la ceremonia se invoca a los Atlanka chokomeh, “ellos guían las nubes con el viento. Los niños chiquitos traen el agua, pero en la tierra esos niños están como personas; las xiwitl que son las bolas de fuego, protegen los cerros y los niños traen las nubes con el viento», expresa, el joven ritualista.
Para el ritualista es necesario recordar que la madre tierra es quien nos da de comer y por ellos siempre se tiene que agradecer, “también al de arriba, ambos se les pide; a la madre tierra porque estamos encima de ella y al de arriba porque le da la energía a nuestra madre. Por ejemplo: el maíz, son siete años que da cosechas y siete años que no nos da; yo no quiero sobresalir porque me puedo perder ahí o me puede pasar algo, a la hora de hacer el Xochitlallis o la ofrenda no es fácil, se cansa uno o nos puede pasar algo, pero si hay voluntad y el don de hacerlo pues se hace», narra el joven.
Con sus ocho años de servicio, reconoce que no ha sido fácil pues mucha gente ha dejado de creer en este tipo de rituales y ceremonias. Sin embargo, quiere seguir y busca que los niños, niñas y jóvenes aprendan de este servicio.
«La madre tierra se va desesperando y si los hijos ya no te hacen caso ya no les das todo, pero nosotros como humanos debemos rescatar y eso también depende del don que tiene cada niño y del don de cada uno. Yo quiero dar clases y hacer otras cosas, ir a las escuelas y enseñar a los niños, a los estudiantes porque ellos estudian puro teoría, pero las prácticas hacen falta».
Cristóbal Oltehua comenta también la necesidad de conocer los trece cerros que protegen a la zona de las Altas Montañas y los trece maíces distintos de las comunidades, así como, saber colocar las semillas y aprender a pedir a la madre tierra, para poder vivir en armonía con el medio ambiente.
Kualtzin ehecatl, el viento bueno
Cristóbal Oltehua alimenta y llama al viento bueno para que traiga las lluvias, pues dice que también pueden venir los vientos malos y con ella traer lluvias fuertes que causen daño a las siembras.
Por ejemplo, en Papantla están los voladores y ellos saben danzar y hablar con el viento. «Ellos son el centro, pero todos los ritualistas debemos de estar unidos, nosotros hemos hecho rituales junto a los voladores», explica el joven.
Fue el abuelo de Cristóbal Oltehua quien le enseñó y guío para poder celebrar este tipo de ceremonias, “me dijo que hasta que llegará el tiempo: si es tuyo, va a llegar el tiempo y te va a gustar y sino pues lo vas a dejar».
Gracias a las enseñanzas de su abuelo, ahora busca instruir a otros que en verdad quieran aprender sin lucrar con los conocimientos con la intención de resguardar estos rituales y otras tradiciones.
Para muchas comunidades indígenas, los días de siembra inician a mediados del mes de abril y a inicios de mayo. Si bien, el próximo 03 de mayo es una celebración religiosa, en la cosmovisión nahua se entiende como un ritual en la tierra. Es decir, el primero fue en el corazón de la madre tierra, con la ofrenda del Xochitlallistliel durante el primer viernes de marzo y ahora solo se hace una petición, pero sin bajar a las cuevas.
“En la Sierra, nosotros somos hijos del maíz”, señala Cristóbal, ritualista de las Altas Montañas de Veracruz.
Nota: El nombre de los “niños” guardianes también puede ser, “Atlanka chikome” o “Atlaka” que hace referencia a “hombre del agua”, compuesta por la letra A- raíz de la palabra nahua Atl y -tlakatl, que significa: “hombre”.