Texto: Angélica Telles Rojas
Fotos: Especiales
Estado de México. – Elsa Sánchez García es científica y doctora mazahua en Ciencias de la Tierra, su trabajo es ayudar a detectar las afectaciones del viento solar sobre la tierra e inspira a muchas jóvenes indígenas a continuar con sus estudios y cumplir sus sueños.
“La actividad solar se ve reflejada en los polos norte, sur, y las auroras boreales, son el síntoma para saber si el sol está bajo control o si los rayos, el clima y el polvo espacial influirá en el desempeño de los aparatos que usamos día con día”, explica.
Sánchez García, actualmente colabora en el Laboratorio Nacional de Clima Espacial, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en Morelia.
Su quehacer es de suma importancia, Sánchez y su equipo de trabajo se encargan de enviar a Protección Civil, a los astronautas, los GPS y todo el sistema de telecomunicaciones, los informes que obtienen de las posibles afectaciones del viento solar a los sistemas tecnológicos de la Tierra. El monitoreo se realiza en el Servicio de Clima Espacial México del Instituto de Geofísica (IGf).
Estar en el Laboratorio Nacional de Clima Espacial y ser doctorante no ha sido fácil para la científica, sin embargo, su optimismo, el amor a ella misma, el apoyo de su madre y la de su familia, además del amor a las matemáticas y a la física, la han llevado a ser una inspiración en la comunidad científica y la de su pueblo.
Ejidos de Santa Ana Nichi ubicado en San Felipe del Progreso en el Estado de México es el suelo que vio nacer a Elsa, una niña que jugaba con los árboles, las flores, la tierra y quien desde muy chica aprendió a trabajar en el campo, en la siembra del maíz.
Romper barreras
Para Elsa Sánchez, la infancia no fue fácil. Tras la muerte de su padre, a los 8 años su madre le compró un par de borregos para que los cuidara, además tuvo que aprender a bordar como parte del oficio alterno que realizan las familias en su comunidad.
“Te vas a cuidar los borregos que ya tienes edad, pero lleva tu cuaderno para que hagas la tarea”, eran las palabras de su madre, Antonia García. Recuerda que siempre la alentó a estudiar, “aunque su compromiso con nosotras, fue que nos ayudaría a terminar solo la preparatoria”, dice, mientras en su rostro refleja alegría.
Elsa habla de su madre, “pues mi madre siempre fue estricta, amable y noble. Y muy enfermiza, sufre de hipocalcemia, hipotiroidismo, tuvo linfoma, presión alta y otras enfermedades, pero no fueron limitantes para trabajar en el campo y criarnos”, agrega que Antonia, siempre habla mazahua, aunque apenas sabía leer y escribir.
También recuerda a su padre, quien le negó que ella, sus hermanas y hermanos hablaran el idioma de sus abuelos, por la discriminación que había atravesado, Elisa prefiere no abundar en el tema y retoma sobre el trabajo de su madre, señala que, igualmente fue comerciante de animales, ropa y demás que le permitiera sacar adelante a sus hijos.
De niña, entre las tareas de Elisa era también traer leña, caminaba al menos cinco kilómetros con el tercio de pequeñas ramas en la espalda hasta llegar a casa. Además, de ayudar en los quehaceres del campo.
Entre dificultades terminó la secundaria, fue cuando se enteró que a su madre le habían diagnosticado un linfoma. Entonces, Elsa estaba entre el dilema de trabajar o estudiar, pero decidió hacer ambas cosas, tuvo que trabajar como empleada doméstica sin dejar los estudios. Recuerda que, el profesor Leonardo Asunción Ibáñez le insistió en continuar la escuela, además de ampliar el maravilloso mundo de las matemáticas.
Ya en la preparatoria, Elsa Sánchez tenía que caminar casi cuatro kilómetros de distancia de ida y otro tanto de regreso para asistir a la escuela, “en temporada de lluvia tenía que quitarme los zapatos para poder cruzar y así llegar a la escuela o en diciembre hacía un extremo frío, a las 7:00 de la mañana se observaban la capa gruesa de hielo y en ella teníamos que caminar”.
La joven mazahua terminó la licenciatura en Ciencias Físico Matemáticas en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, posteriormente trabajó dando clases en la Universidad Mexiquense del Bicentenario.
Enseguida continuó con la Maestría en Ciencias de la Tierra. Añade que, las preguntas de sus alumnos le motivaron a seguir preparándose hasta lograr el doctorado en Ciencias de la Tierra con orientación en Ciencias Atmosféricas, Espaciales y Planetarias.
Mientras la científica se dedicaba a concluir sus estudios, tuvo que, pausar algunos meses por la llegada de su hija, lo cual afirma que no fue fácil, pues resultó desafiante para su vida.
La científica y doctora en Ciencias de la Tierra, plantea la necesidad de impulsar a la nueva generación, a la juventud indígena a seguir sus sueños. “Todas las mujeres a seguir sus sueños. Ellas pueden lograr todo lo que anhelan, no se den por vencidas, la vida no es lineal, claro que hay altibajos, pero se puede lograr si lo sueñan”.