María Laura Vargas Navarro conocida como la abuela Tecue, es una mujer menuda pero recia que, a primera vista, te da una sensación de paz y armonía, hace más de 20 años que trabaja con los cuatro elementos: fuego, agua, tierra y agua, para sanar a las personas. Recuerda que cuando se acercó a esta medicina fue para curarse a sí misma, casi a escondidas de los médicos que la trataban el lupus y de su esposo que se oponía a las yerbas.
Cuenta que antes de nacer, ya traía su destino marcado, sus primeros indicios de ello fue el poder ver el destino de las personas, aunque tras una enfermedad crónica, comenzó a mejorar sus técnicas de curación.
Entre los poderes de la medicina que posee la abuela Tecue es poder ver el pasado, el presente y el futuro de sus pacientes, al igual que su madre que sanaba con las hierbas y los elementos. El temazcal, la danza y subir a la montaña es parte de su quehacer diario para conectar con las distintas energías.
Narra que cuando se enfermó de lupus fue cuando escuchaba que le hablaban las plantas, los árboles, “iba a encontrar el motivo de mi destino después de tener una anemia severa causada por el lupus y desahuciada pedía que al menos me dejara ver a mi hija cumplir sus 15 años”. En esta etapa, aprendió a sanar con las plantas, además de utilizar otras técnicas y conocimientos ancestrales, para curar a las personas.
No solo han sido las plantas, también la danza y el manejo de los cuatro elementos. Entre sus maestros para mejorar en la danza fue Guillermo Padilla quien es integrante del primer grupo de danza y es quien la invita a las ceremonias para bailar e invocar a los elementos.
“Cuando danzaba veía un guerrero que cantaba en náhuatl, solo lo veíamos holográficamente, así descubrí que había varias dimensiones. Las danzas son portales a otras dimensiones, son crecimientos espirituales muy fuertes”, cuenta que, a partir de practicar la danza, su cuerpo tuvo cambios, “ya no necesitaba los medicamentos, pero los seguía pidiendo para los compañeros enfermos que acudían a consulta y revisión”, agrega.
Entre sus experiencias cuando se adentró en la medicina ancestral es cuando adquirió el poder de curar con los elementos. “A veces se trabajan con dos energías y el verdadero portador del fuego tiene que tener la capacidad de manejar una sola, es muy importante, porque no se puede jugar con la luz y la obscuridad, aunque hay sanadores que trabajan con las dos”, señala.
Explica que el ser humano tiene los cuatro elementos: aire, agua, tierra y fuego, “quien toca el caracol, pide permiso para que baje la serpiente emplumada que es el conocimiento y viene a dar el fuego, por lo que los portadores de este elemento deben de tener ese conocimiento para poder transmutar lo negativo a lo positivo, tienen que ser abuelas y abuelos medicinas”.
“El agua como parte de los cuatro elementos, se entiende como el licor la madre tierra, si no tenemos suficiente agua, nos marchitamos también. La tierra tiene que ver con la herbolaria, hay que conectarse con ellos, esa es la conexión completa”, añade sobre la tierra como elemento.
Entre sus maestros, está el abuelo Ezenecual Ramírez, que vive en Ixcateopan, quien enseña a sahumar, una práctica ancestral en esta comunidad y en otras, María Laura Vargas también aprendió.
Aida Campuzano Zagal, indica que la abuela Tecue ha hecho maravillas en su persona y vida, pues le trató el padecimiento de las rodillas y varices que en su momento necesitaban operación. “Cuando la abuela Tecue comenzó a tratarme, comencé a bajar de peso, mis piernas y mi físico han cambiado. Es una persona que vale la pena conocer, también ha ayudado a mis hijos, nietas y nietos”.
A María Laura Vargas Navarro también se le llama en náhuatl ‘Tlazolteo’, que se refiere a la diosa que genera la armonía, amor y equilibrio. Es originaria de Puruándiro, Michoacán. Es la segunda hija de seis hermanos, tiene dos hijos, su infancia al igual que el de muchos, sus padres estuvieron ausentes, tema del cual prefiere habar en otra ocasión y enfocarse en las curaciones que hace como la abuela Tecue.
Texto/Fotos: Angélica Téllez