Noemí Gómez cuenta sus luchas, las resistencias y su generosidad desde San Marcos Moctum, ubicado en Totontepec en la Sierra Norte de Oaxaca
El mes de las jacarandas, es un magnífico marco para hablar de mujeres extraordinarias que dedican su vida a mirar sus horizontes y abrir brechas, para otras mujeres. Gracias a ellas, cada vez más se visibiliza a las que sostienen la existencia de las múltiples naciones originarias del territorio mexicano.
Entre las muchas desmontadoras de caminos, se encuentra Noemí Gómez Bravo, nació en la comunidad de San Marcos Moctum en el municipio de Totontepec, al noreste del estado de Oaxaca. Es una mujer Ayook, campesina, escritora de libros, científica comunitaria, poetisa y activista, cuya línea de investigación se centra en temas sobre el maíz nativo.
Entre las actividades de su cotidianidad está escribir poemas, cultivar la tierra, acompañar a sus hijas en el proceso de crecimiento y atender los compromisos propios de la organización en su comunidad.
Científica comunitaria
La científica es hija de padres campesinos, siempre creció en contacto con la tierra, en las labores de siembra y recolección del maíz, así como de otras cosechas del campo, fue en esta etapa donde su curiosidad por la investigación científica comunitaria la encaminó.
Hace algunos meses a partir de los cambios en la Ley General en Materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, ha comenzado a trabajar en un nuevo proyecto de investigación sobre el maíz nativo de su región y actualmente se encuentra en proceso la edición de su nuevo libro.
Su labor como científica ha dado nuevos referentes sobre quiénes hacen ciencia en el país. Si bien la generación de las investigaciones científicas históricamente se ha realizado en el ámbito de las universidades, en la última década se han dado movimientos que cuestionan los cánones occidentales de la ciencia, dando así espacio a nuevas formas de creación científica.
Noemí Gómez explica que, el maíz es fundamental para las naciones mesoamericanas, “el grano, va ligado con la ciencia, la cosmovisión, la lengua que permite la subsistencia de estas naciones. Hay una relación mutua, entre el maíz y las personas, si esta se llega a romper, la vida misma corre riesgo”.
Entre los años 2021 y 2023 fueron publicadas sus obras en diversas publicaciones, Carne de Maíz en la Revista No. 6, Ciencias y humanidades / Soberanía Alimentaria del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT).
Por su minuciosa investigación científica logró divulgar los avances preliminares de su investigación “Cosmovisión y ciencia del maíz mixe” en la Revista de cultura científica de la Universidad Autónoma de México (UNAM), en 2015.
Colaboró en la elaboración de un libro para la Editorial Santillana en 2005. Posteriormente, el FONCA, la invitó a colaborar en una investigación sobre el impacto de la siembra del maguey en tierras donde regularmente se siembra la milpa.
Su primer libro fue llamado: “Rescate histórico de la antigua grandeza de Móctum”, el cual se publicó en 2004, con apoyo del Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA), obra que recopila el mito fundador de su comunidad, sus límites territoriales, las luchas con los pueblos vecinos y la profunda espiritualidad de su pueblo.
Noemí se asume como una investigadora que desde su cocina frente al fuego y moliendo en metate, se pregunta sobre los procesos que se dan en los trabajos de siembra, ya que sus frutos son el sustento de la vida diaria.
La poeta y activista
Como una mujer polifacética, siempre toma de la mano a sus hijas, sigue la yunta para sembrar maíz, cría borregos que luego convierte en poesía, libros y otros escritos.
Se asume como poeta y escritora que pone en papel las ideas, sentimientos y espiritualidad de su pueblo. A partir de su producción literaria, muestra la forma en la que los ayook de Moctum ven y viven en el mundo.
Durante el año 2023 y en el marco del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PEDCA), del gobierno federal, fue tutora de los becarios en el rubro de creación literaria en lengua indígena, cuento, poesía y novela. En este proceso acompañó a las y los jóvenes creadores en la elaboración de sus obras para publicación. También tuvo una participación en la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil de la CDMX, sobre la importancia del maíz en la vida diaria.
De joven, la poeta mostró inquietud sobre los roles que desempeñan las mujeres de su comunidad, se dio cuenta que no tenían voz en los espacios de toma de decisiones, por eso sintió la necesidad de cuestionar las formas de organización comunitaria y familiar.
Buscando continuar con su formación académica ya con la primaria terminada, a la edad de 14 años salió de Moctum, rumbo a la ciudad de Oaxaca, ahí aprendió el español como su segunda lengua.
Durante su estancia en la ciudad, trabajó como empleada doméstica ganando apenas 120 pesos mensuales, esa experiencia le dio una nueva perspectiva sobre las injusticias que vivían a diario las mujeres, no solo en su comunidad, sino también en las ciudades, en este contexto se acercó al activismo por los derechos de las mujeres y a las luchas de los pueblos originarios.
Noemí cuenta que en esa época tuvo su primera experiencia como facilitadora jurídica del pueblo Mixe, en el marco de un programa gubernamental que buscaba la formación de las juventudes ayuuk (mixes) en temas relacionados con los instrumentos jurídicos, nacionales e internacionales básicos que les permitiría hacer frente a temas de defensa de su territorio, junto al maestro Palemón Vargas Hernández uno de los líderes ayuuk, reconocido en temas políticas, educativos y culturales.
Recuerda que, en su andar, acudió a un encuentro por la autonomía de los pueblos originarios, en ese evento, en una mesa de trabajo para las mujeres, exponían las diversas problemáticas a las que se enfrentaban en sus comunidades como la marginación, la violencia, la falta de acceso a la educación y a la salud entre otras. En ese encuentro pudo identificar nuevamente como las mujeres comparten las mismas problemáticas a lo largo y ancho del país.
Noemí pertenece al primer grupo de mujeres que dieron batalla para sustentar un cargo comunitario. Cuando volvió a su comunidad, comenzó a visitar a las señoras de la comunidad para indagar sobre las necesidades que tenían en ese momento. Y entre esas necesidades estaba la falta de un centro de molienda, ya que el más cercano se encontraba a una hora de camino. Organizada junto con las otras mujeres, redactaron una solicitud al extinto Instituto Nacional Indigenista (INI).
La poeta recuerda que, ya con la solicitud elaborada, viajó por primera vez a la ciudad de México para realizar las gestiones necesarias para encauzar la petición de apoyo, luego la solicitud fue remitida a las oficinas del INI en la ciudad de Oaxaca, donde finalmente se aprobó.
Cuando los funcionarios se contactaron con los miembros de la comunidad para entregar los recursos para el centro de molienda, los representantes comunitarios reaccionaron con enojo ya que consideraron que las mujeres se habían saltado su autoridad, derivado de ese enojo, Noemí fue remitida a la cárcel comunitaria, entonces, todas las mujeres se organizaron para cobijarla, sacarla de la cárcel y sentar a toda la comunidad para discutir la necesidad de integrar a las mujeres en los cargos que tradicionalmente sólo habían sido ocupado por hombres.
Después de esta experiencia, ella se define con mayor fuerza como una mujer indígena, activista por los derechos de las mujeres, en defensa del territorio, por las semillas nativas, entre otras luchas. Su ejercicio como activista le ha permitido conocer a más mujeres con demandas similares, como las milicianas zapatistas.
En 1997 gracias a su labor como activista por los derechos de los pueblos y comunidades indígenas y por los derechos de las mujeres indígenas, fue galardonada con el Premio Nacional a la Juventud Indígena.
En 2004, fue becaria de diversos programas de formación en las Universidades de Deusto, Bilbao y la Universidad de La Rábida, en Huelva, ambas en España. En el mismo año participó en las reuniones del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en Ginebra, Suiza.
También ha participado con personal de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en la elaboración de un proyecto en el que se buscaba documentar la violencia del estado ejercida en las instituciones de salud sobre las mujeres indígenas. Mediante esta investigación se pudieron documentar muchos casos de esterilización forzada de mujeres en los pueblos indígenas. Esta colaboración puso en riesgo su integridad física, ya que llegó a recibir amenazas para desistir de sus indagaciones, al respecto ha dicho: “Como defensoras de derechos humanos, sabemos a lo que nos exponemos, sobre todo cuando se tocan los intereses del estado. Corremos el riesgo de tocar intereses de gente poderosa, también compromete la integridad propia y la de la familia. Pero es necesario que se sepa las injusticias que sufrimos como mujeres indígenas y que se haga justicia”.
Texto: Alejandra Javiel