Por Malinalli Metztli Amayo
Veracruz. – Cada 3 de marzo en la región nahua de las Altas Montañas del estado de Veracruz se realiza el Xochitlalistli, una ofrenda que se coloca en la tierra junto a un cuerpo de agua o dentro de una cueva. El ofrecimiento se hace como parte del inicio del ciclo agrícola y el comienzo del temporal de lluvia.
Es de esta manera que, en este tiempo y espacio se marca uno de los inicios más importantes para las familias de las Altas Montañas, la ofrenda se comparte con la tierra, depositando un poco de pulque o aguardiente, se colocan tamales de carne, tortillas. Se habla con la tierra, mientras se pasa el copal sobre el lugar, se encienden velas y se colocan collares, ramos de flores de distintos colores.
Los abuelos les enseñan a los niños, a las niñas y a los que han olvidado su origen que, la tierra madre con sus distintas representaciones nos sigue alimentando. Es así como el tiempo y el espacio mesoamericano se mantiene y se hace tangible.
En el centro de México en Teotihuacán, una serpiente nos recuerda la cuenta del tiempo, y la necesidad de contemplarse representando un ciclo desde tiempos mesoamericanos dejando rastros y manteniendo los conocimientos de la cuenta a través de animales que, se pueden hacer presentes en el inframundo y también en el cosmos, son igual de imponentes que el sol y la luna, tal y como se establece en los mitos y en las interpretaciones que se han hecho a través de los sitios arqueológicos del México antiguo.
Al respecto, la doctora Elba Estrada Hernández, jefa de los Museos de Teotihuacán, explica que, el calendario ritual en Teotihuacán está asociado a la serpiente emplumada, una deidad dual, tanto terrestre como celeste. Tiene plumas, pero puede ir al inframundo y que se hace alusión a Cipactli o sipaktli en náhuatl: ‘el creador del mundo el que origina y habita la montaña y da inicio al mundo mesoamericano’.
Los nahuas de Veracruz se localizan en 14 municipios de la región norte Huasteca; 20 de la región centro Orizaba-Córdoba y en cinco municipios de la región sur Istmo-Coatzacoalcos.
La dualidad para la nación de Teotihuacán
Es en Teotihuacán donde podemos recordar nuestra dualidad, esencia acuática y astral, con la pirámide del sol y de la luna, nos muestra nuestro andar en la tierra sembrando nuestros alimentos, nuestro paso por el cosmos y el inframundo pasando como lo hace el sol en el día.
En las pirámides, se representa la dualidad, el agua vertical y el agua horizontal, marcado en las pirámides del sol y la luna, hacen del líquido el elemento más importante en la vida mesoamericana.
Para la cultura de Teotihuacán, en el templo de Quetzalcoatl, la escultura de la serpiente emplumada representa el agua, la abundancia, el cosmos, el tiempo.
“El agua que cae de arriba abajo penetra la tierra y da vida, entonces la ‘deidad’ principal es el dador de vida. Recordemos que cualquier pueblo en el mundo deifica su naturaleza; el sol, la luna, el viento, lo deifica para poder explicarlo…el día y la noche, la vida y la muerte, también son parte de esa dualidad; son opuestos complementarios, que dan esta dualidad, pero también esa reciprocidad”, destacó la doctora Estrada Hernández.
“Si el agua cae del cielo y da vida, nutre la planta y me da comida, yo agradezco a los dioses eso qué me está dando” , agregó Elba Estrada.
Fotos Gisela Hernández Muñoz.