Plantas y prácticas ancestrales para la sanación del cuerpo

Cuando hablamos de la medicina tradicional desde nuestros pueblos, hablamos de nuestros cuerpos, de la tierra y de la conexión con todo lo que nos rodea, dicen las mujeres indígenas y afromexicanas que se dedican a la medicina ancestral desde sus territorios en México

Para la temporada invernal, la médica y partera afrochinanteca, Minerva Soledad Ríos Rodríguez recomienda “pata de zopilote”, una hierba nativa de la Costa de Oaxaca, la raíz de esta planta se pone a hervir y se colocan los fomentos en el pecho de las personas para que aflojen las flemas y se les corte la gripa.

“En la Costa hay muchas plantas que son silvestres y que sirven para sanarse de distintas dolencias”, dice la médica o curandera Soledad, desde San Isidro, Llana Grande, ubicado en la Costa de Oaxaca. Por ejemplo, durante la pandemia del Covid-19, muchas personas se refugiaron en la raíz de la hierba del zorrillo.

«Sabias, Poderosas Abuelitas», encuentro de mujeres medicina, de pueblos indígenas y afromexicanas en la Ciudad de Oaxaca.

La médica indica que no todo lo resuelven las hierbas, porque hay enfermedades que deben tratarse con la medicina alópata, “me doy cuenta dónde puedo ayudarles con la medicina tradicional y cuando tienen que ir con el doctor, pero ya son situaciones muy graves o que requieren algún tratamiento especial o cirugías”, sostiene.  

Sin embargo, su familia trata de sanarse solo con la medicina ancestral, el cual vienen practicando desde su abuela, su madre y tías en San Isidro, Llano Grande. Acá, no hay médicos y menos especialistas, solo la casa de salud donde atiende la auxiliar, pero las atenciones médicas son cada mes con la asistencia de un médico y una enfermera.

“Acá no tenemos médicos, cuando definitivamente alguien está grave, mandan la ambulancia por la persona y se lo llevan a Río Grande o a Puerto Escondido”. Por ello, Minerva le enseña sobre las plantas a su hija y a otra vecina, “pues que aprenda, porque uno no siempre va a estar. La medicina tradicional es importante sobre todo en la salud, pero también para nuestra economía, porque una consulta por lo menos te cobra unos 500 pesos. Y pues, no tenemos tantas entradas de dineros”, expone.

La medicina tradicional ayuda a que las familias de comunidades indígenas y afromexicanos puedan curarse desde sus hogares, en espacios armoniosos y no atravesar distintas violencias como el racismo en los centros de salud que, además, se encuentran alejados de los pueblos.

Andrea, médica ancestral del pueblo Ñu´u Savi, en la mano sostiene hierbas que sirven para dilatar el vientre de una mujer embarazada.

En este sentido, las mujeres médicas de distintos territorios han manifestado la necesidad de reconocer los conocimientos sobre las plantas y prácticas, como la partería como parte fundamental de la vida comunitaria, para sostener la salud de cada miembro que habitan en estos espacios.

Dolores Anel González, es médico tradicional y partera zapoteca de la región Valles Centrales de Oaxaca, comenzó en la partería a los 11 años. En casa lleva más de 100 partos, aunque asistió en un centro de salud otro centenar. Tiene muy en claro que, sobre la medicina tradicional, sigue aprendiendo día a día.

Reconoce que gracias a sus tías fue mejorando poco a poco sus conocimientos, además de asistir a capacitaciones de organizaciones de mujeres médicas, como Nueve Lunas. Agradece a Laura Saavedra y a su hija Alba Hernández Saavedra, quienes le enseñaron sobre las hierbas y la partería.

“Hay muchos que desconocemos de las plantas, a veces hasta las pisamos sin saber que tienen propiedades curativas. Nuestras plantas son una opción para curarnos de muchas enfermedades”, agrega la médica, quien actualmente ayuda en los partos de su comunidad, Teotitlán del Valle.

Defender al territorio, es defender la vida desde la medicina tradicional

Minerva Soledad Ríos dejó la partería hace como 15 o 16 años. Pero si en algo que está segura es que jamás dejará es la sanación desde las hierbas. “La jovencita que ayudé a nacer tiene como 15 o 16 años, fue el último parto al que acompañé, porque los médicos comenzaron a decir que luego morían con nosotras”, cuenta la partera.

Aunque organizaciones como la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), la Organización Mundial de la Salud (OMS). Además de leyes y convenios como el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), y de la propia Constitución mexicana en su artículo 2°, 4° y 93°, reconoce la autonomía de los pueblos indígenas, muchos centros y personal de la salud pública y privada, siguen satanizando la medicina ancestral y la partería.

“Los médicos han dicho a las mujeres que no deben atenderse con parteras, e ir a su control en los centros de salud. Lo que si no le pueden quitar a uno son nuestros conocimientos sobre las hierbas, desde nuestras raíces venimos curándonos con las hierbas”, dice con seguridad y orgullo, la médica Minerva.

Temazcal para preparar el parto y sanar el posparto, en la comunidad Triqui

Por ejemplo, este lunes, una embarazada acudió con la partera para que la atendiera en enero, pero si el parto presentara complicaciones, a Minerva le da miedo ser acusada con algún cargo, así que decidió solo orientar a la embarazada en el posparto. “Porque así nos dicen los doctores que, podemos ir a la cárcel, porque no debemos exponer a las mujeres”.

A los 20 años, la médica Minerva acompañó su primer parto en San Isidro, Llano Grande. “Me empezó a gustar atender a los niños desde antes, pero a mis 20 años cumplidos, atendí a mi primer parto, sin esperármelo”. Recuerda que, en ese entonces, ya sobaba a las niñeces de las anginas y de otros malestares, “me llamaron para acompañar a la señora que estaba a punto de parir, y así comencé a ayudar a las mujeres a parir”.

Después de esto, las mujeres comenzaron a pedirle su acompañamiento. Al tercer parto, el personal de la Secretaría de Salud, la llamó para que se integrarla a las capacitaciones porque le dijeron que ella sola no podía. Reconoce que las capacitaciones le ayudaron para conocer otras herramientas.

Sin embargo, poco a poco le fueron prohibiendo atender los partos, “ahora nomás nos dicen que llevemos el control del embarazo y que el parto lo mandemos al hospital. Pues, aunque nos decían que no atendiéramos, yo seguí apoyando, porque en el hospital y en los centros de salud sufren mucha violencia desde la discriminación”.

Lo que no han podido despojar a Minerva son sus conocimientos sobre las plantas, fue su madre y sus tías quienes le enseñaron el uso de cada una. “Mi mamá me enseñó para qué servía cada planta, también una tía mía que era curandera y partera”.

Distintas hierbas recolectadas y resguardadas para distintas dolencias, desde una infección estomacal hasta para las personas que sufre del diabetes.

llamaron para acompañar a la señora que estaba a punto de parir, y así comencé a ayudar a las mujeres a parir”.

Después de esto, las mujeres comenzaron a pedirle su acompañamiento. Al tercer parto, el personal de la Secretaría de Salud, la llamó para que se integrarla a las capacitaciones porque le dijeron que ella sola no podía. Reconoce que las capacitaciones le ayudaron para conocer otras herramientas.

Sin embargo, poco a poco le fueron prohibiendo atender los partos, “ahora nomás nos dicen que llevemos el control del embarazo y que el parto lo mandemos al hospital. Pues, aunque nos decían que no atendiéramos, yo seguí apoyando, porque en el hospital y en los centros de salud sufren mucha violencia desde la discriminación”.

Lo que no han podido despojar a Minerva son sus conocimientos sobre las plantas, fue su madre y sus tías quienes le enseñaron el uso de cada una. “Mi mamá me enseñó para qué servía cada planta, también una tía mía que era curandera y partera”.

«El estado sigue siendo bastante paternalista y tutelar, como si los pueblos necesitáramos que nos digan qué hacer y cómo hacer las cosas. Con las nuevas indicaciones de Ley, implica que estemos leyendo constantemente, para entenderlo y luego traducirlo en la realidad”, expone Silvia Gabriela Hernández Salinas, médica tradicional y activista.

Silvia Gabriela Hernández Salinas, médica tradicional y activista de los Valles Centrales de Oaxaca

Y es que explica que en una relación horizontal debe estar la lucha por el territorio también porque de ahí crecen las plantas y los alimentos para sostener al cuerpo de las personas.

“Si no está la tierra como bandera de que ahí somos, si no está el defender nuestro territorio, el derecho a la alimentación de los pueblos originarios, nuestras formas de alimentación con la milpa. La ley es una cosa, pero no significa que está bien, necesitamos gozar de nuestra autonomía, en nuestra reproducción de la vida, como la partería. Por un lado, nos dice que hay pertinencia cultural como en el artículo 2, pero por el otro lado hay normas, que dice que nos tiene que regular con la Secretaría de Salud, y a ellos quiénes la regulan como sistema universal de biomédica de extracción de nuestros territorios”, cuestiona la activista.

En este contexto, señala que es importante cuidar nuestros cuerpos desde la alimentación que viene de una identidad. “Cuando pierdes tu identidad y tu derecho al arraigo, y a tu pueblo, a tu cultura, a tu alimentación, entonces te vienen a decir que es mejor lo embotellado, lo procesado, empaquetado, que es mejor lo que tiene un título y entonces esta persona te viene enseñar y uno delega el cuerpo a ese médico. Lo que deberíamos de hacer es escuchar una retroalimentación con nuestro mismo cuerpo”.

Texto/Fotos: Juana García, mujer del pueblo Ñu´u Savi