NOTIMIA Texto:Guadalupe Ríos/Foto: cortesía Ixhuatán, Oaxaca México.- “Ella no sabe nada de caravanas migrantes, solo colaboró llevando ayuda humanitaria en apoyo a una agrupación que lo único que intenta es evitar que haya más muertes. La movió la solidaridad, no la pueden condenar por ello”, relata de José Antonio Orozco Delgado padre de Zaachila Orozco McCormick.
Zaachila y Natalie Hoffman, Oona Holcomb, Madelein Huse, mujeres voluntarias de la organización No More Deaths (No más muertes) fueron sorprendidas por autoridades policíacas cuando salían del refugio de vida silvestre Cabeza Prieta ubicada muy cerca de la frontera de EU y México.
El pasado 18 de enero, el fiscal norteamericano Bernardo Velasco encontró a las mujeres culpables de haber violado las normas del servicio de pesca y vida silvestre de EU al dejar garrafones de plástico con agua y alimentos en esa zona que debe preservar su estado original sin influencia o impacto humano.
El juez va a decidir en los próximos días la sanción para las mujeres que además de pagar una multa de 500 dólares podían ser condenadas a seis meses de prisión por dejar ayuda humanitaria para migrantes en dicho refugio de vida silvestre.
Zaachila Orozco McCormick, México-norteamericana en cuyas venas corre sangre indígena de la cultura zapoteca del Istmo e hija de padre migrante. Su primer nombre es zapoteco, significa “primera hija de la tierra”. La que va adelante, a sus 21 años enfrenta este momento crítico; sabe que cuenta con el respaldo de su gente, de miles de personas que han expresado su rechazo a la decisión del juez de condenarlas por ayudar a evitar que algún migrante muera de sed en el desierto, como ocurrió en 2001 con 14 migrantes que murieron abandonados en el desierto.
En la localidad zapoteca de Ixhuatán, estado de Oaxaca, en la franja más angosta del territorio mexicano conocida como Istmo de Tehuantepec, José Antonio Orozco Delgado padre de Zaachila, difunde el caso y envió una carta pública al presidente Andrés Manuel López Obrador para que interceda y evite que Zaachila vaya a prisión.
Zaachila nació en Seattle Whashington donde ha vivido casi toda su vida, en México solo estudió el 4º año de primaria y el tercero de preparatoria en el estado de Chiapas y al retornar a EU estudió un año más en un colegio comunitario.
En 2017, Zaachila colaboró con la organización No More Deaths de la Iglesia unitaria universalista de Tucson durante un año y después regresó a Seattle donde radica.
“Actualmente Zaachila trabaja en un café, en Seattle, es una chica noble, trabajadora, una buena ciudadana”, dice su padre, quien emigró a Estados Unidos en 1989 donde vivió 27 años.
“La gente emigra de México y Centroamérica buscando llegar a Estados Unidos presionados por la necesidad y queriendo mejorar sus condiciones de vida, pero los requisitos de entrada y las ofertas de trabajo en EU han cambiado mucho. Antes no era difícil encontrar trabajo, ahora es mucho más complicado” reconoce José.
Zaachila ignora el movimiento que han emprendido desde hace casi medio año poco más de 15 mil migrantes en cinco caravanas que salieron de Centroamérica para intentar llegar a los Estados Unidos.
La agrupación No More Deaths ha dicho que desde 2001 al menos 155 migrantes han muerto en el desierto por falta de agua y alimentos y en un comunicado señalaron que el veredicto del juez “desafía no solo a los voluntarios de No More Deaths, sino a las personas de conciencia en todo el país” mientras que la voluntaria Catherinne Gaffney cuestiona: “Si dar agua a alguien que muere de sed es ilegal, ¿qué de humanidad queda en las leyes de este país?”.