Rosalva Cuenca Ayala / Historia y fotografía.
Carolina Santos Segundo / Redacción
Culiacán, Sinaloa, México.
Muchas semillas son propagadas por el aire. Muchas otras son sembradas y requieren del cuidado constante de las mujeres indígenas. Sin embargo, la migración afecta el cultivo de las semillas nativas de los pueblos indígenas.
¿Qué pasa con las semillas criollas cuando las mujeres indígenas tienen que migrar? El estado de Sinaloa, es uno de los estados de México con mayor número de mujeres migrantes de diferentes pueblos indígenas de México y Guatemala.
La suavidad y sutileza de las manos de las mujeres hacía las plantas las convierte en las mejores candidatas para el trabajo en la pizca como jornaleras, siendo las encargadas de plantar y cosechar la mayor parte del suelo sinaloense.
Cuando las mujeres emigran, abandonan el cultivo de las semillas de su lugar de origen para dedicarse a sembrar para la producción masiva, la obtención de un bien económico, trabajan tierras y semillas ajenas:
Alicia es una de las mujeres indígenas del pueblo Tarahumara de Chihuahua, quien llegó con su esposo a Sinaloa. Su hogar era la montaña donde sembraba chiles de diferentes variedades y ahora se encuentra amarrando tomates en un rancho de Culiacán, ganando $170 pesos al día.
Los padres de Rosalva son migrantes de Guerrero quienes sembraban una variedad de productos como cáchuate, maíz, arroz, y sandía, ella actualmente es jornalera en Culiacán. A lo largo de su experiencia ha sembrado y cosechado tomate, tomatillo, pepino, berenjena, chile, y caña.
Guadalupe, Indígena Triquí de Oaxaca, nació en una de las familias más pobres de su comunidad donde no había trabajo local por lo que sus padres decidieron migrar a Sinaloa. Ella actualmente se dedica al cultivo de chile morrón.
Aunque las jornaleras deseen enseñar a sus hijos la importancia de cuidar las semillas de sus abuelas y abuelos, representa una situación difícil porque se encuentran trabajando para una industria ajena a sus semillas y a su identidad.
Al terminar el día las jornaleras se encaminan a la guardería a recoger a sus niñas y niños. Para ellas lo primordial son sus hijos y sus manos, pues a través de su trabajo obtienen la esperanza de darles un mejor futuro y mejor vida a sus niñas y niños. Ellas saben que nunca saldrán de los campos agrícolas pero quieren una vida diferente para sus decendientes.
Esta es la historia y la visión de las mujeres indígenas jornaleras y sembradoras de semillas ajenas. “Sembramos y cosechamos una tierra que no nos Pertenece”.