Oaxaca. – “Nuestro deporte durmió, pero hace unos 15 a 20 años despertó, cuando comenzaron a retomarlo, la gente volvió a jugarlo”, dice Bernardina Santiago, antes de integrarse a uno de los equipos de seku, en un partido de demostración en la comunidad de Yucunani, en el municipio de San Juan Mixtepec, Oaxaca.
Bernardina es originaria de Yucunani, una pequeña comunidad de apenas unas 130 personas con un alto índice de migración, se ubica en la montaña de la región de la Mixteca, en el municipio de San Juan Mixtepec, en el estado de Oaxaca. Yucunani es de las pocas comunidades que comenzó a retomar el seku como un deporte local.
“Pues yo recuerdo que cuando era niña e iba a cuidar mis animales, jugábamos con las piñas de los ocotales en cualquier espacio, para entretenernos. Lo jugábamos de día no de noche. Claro, en un torneo tradicional y formal, el seku lo juegan de noche, ahora se juega por las tardes o noches”, narra Bernardina, maestra de profesión. En un partido de demostración, Bernardina y otras nueve mujeres formaron dos equipos, luego de conversar con Notimia.
En Yucunani, las mujeres como Bernardina y otras jóvenes se han integrado en los equipos de seku, lo que antes era un juego solo para hombres. Ahora, ellas toman su estaca y meten una bola de madera entre dos banderas que simulan una portería, para ganar puntos.
A punto de extinguirse el seku, deporte prehispánico para muchos pueblos de Ñu’u Savi. A finales de los años 90’s, un grupo de pobladores en coordinación con profesores de San Juan Mixtepec, comenzaron a promoverlo y a rescatarlo en la comunidad de Yucunani y en otros espacios. Ahora, los vecinos les enseñan a sus hijos a jugarlo, se resisten a la extinción del deporte de sus abuelos.
“El seku lo jugaron mis abuelos, mis tatarabuelos y todos los viejos del pueblo. Dicen los tíos que la mayoría de los pueblos de San Juana Mixtepec también jugaban el seku”, indica, Francisco Santiago, quien regresó hace 15 años a Yucunani, después de haber emigrado por más de 10 años a Estados Unidos, los vecinos lo invitaron a integrarse como jugador del seku, desde entonces conforma uno de los equipos activos.
Para jugar este deporte, se ocupan al menos dos equipos de cinco personas en cada una; cada persona usa un bastón de madera con la base curvada, una bola de madera de algún árbol. Además, de estacas con antorchas encendidas colocadas sobre la orilla del perímetro donde se desarrolla el juego.
Cada partido dura 20 minutos, con dos lapsos de 10 minutos, aunque a veces, un partido llega a durar hasta media hora. Los pobladores explican que la bola con la que se juega está hecha del tallo del colorín, un árbol escaso en la zona, por lo que en ocasiones lo sustituyen por otros árboles de la región.
“El fuego marca hasta donde están las líneas del centro, de las esquinas y así. Como se jugaba de noche, el fuego era para que se guiarán los jugadores y no salir del área, si se salen, les toca sacar al otro equipo, así como el básquet”, detallan, explican los jugadores que esperan su turno al término del partido entre dos equipos de mujeres.
Francisco narra que su abuelo le contaba que el juego se desarrolla de noche porque antes no había tiempo para jugar, todos se dedicaban a trabajar en el campo y terminaban hasta tardé, entonces se daban un espacio para un torneo de seku, “cuando terminaban sus quehaceres comenzaban a jugar”.
“Siempre vamos a estar agradecidos con los maestros que han retomado el seku como parte de su plan de trabajo, nos ayuda a no dejar morir el deporte de nuestros abuelos”, agrega, antes de iniciar el siguiente partido, en el anochecer en un llano ubicado sobre el cerro en Yucunani.
Texto/Fotos: Juana García