Colectividad desde San Salvador de la Bahía de Todos los Santos, Brasil

Todas juntas hablando de nosotras. Lo colectivo, significa un intercambio de afecto y los cuerpos negros en distintos espacios de habla y de poder.

Hace tres años, durante los días de aislamiento por la pandemia del Covid-19, me inscribí a un seminario en línea de la Red Nacional de Mujeres Negras de Brasil. Para entonces, trabajaba en el análisis de la Ley General de Migración, intentando posicionar el antirracismo como un enfoque clave para la comprensión de la dimensión estructural tanto del racismo como de la discriminación.

Pude inscribirme al seminario ofrecido por Promotoras Legales Negras Populares que consiste en de combate a la violencia racial con formación virtual que consistió en una serie de encuentros por zoom, donde se discutieron diversos temas sobre la sexualidad, cuidados, maternidad, alimentación, todos pensados desde la enunciación de las cuerpas negras.

A todas nos unía una historia de violencia racial. Sin embargo, nuestra atención estuvo concentrada en generar procesos orgánicos de fortalecimiento comunitario. Tal espacio fue crucial para comprender que, no hay lucha antirracista sin afectos, ni conquistas, sino caminos que han sido construidos en común.

El seminario de combate a la violencia racial fue un espacio de educación popular pensado para la pluralidad, pugna por el posicionamiento político de las mujeres negras en los espacios de poder, así como por la alfabetización racial.

El pasado mes de julio, la Universidad Federal de Salvador Bahía, Campus Ondina, acogió las actividades de conmemoración por los 15 años de trabajo del Seminario. Los días de trabajo incluyeron mesas de diálogo, talleres y una plenaria final donde se sistematizaron demandas puntuales para el Estado.

Cuando las vivencias se entrelazan

El entrecruzamiento de experiencias es una pulsión de vida y ello debe ser celebrado desde la territorialidad y comunalidad. Todas juntas hablando de nosotras. Lo colectivo, significa un intercambio de afecto y los cuerpos negros en distintos espacios de habla y de poder.

Entre las compartencias, se destacó la importancia de nombrar las acciones sobre el cuidado personal, defensa de la tierra y el reconocimiento de trayectorias, no sólo como un homenaje, sino como una forma de resaltar la importancia del diálogo intergeneracional: Hablar de nosotras, por nosotras y para nosotras. Hablamos de lo que hemos dejado al estar envueltas en el sistema racista: hablar con plenitud sobre lo que seremos tras ir superando algunas brechas de justicia, educación y acceso a la vivienda.

“Estar en Salvador, celebrando los 15 años del Seminario, entre tanta potencia y ancestralidad, debe ser entendido como un momento de sanación ancestral”, resaltó Amanda Brito en su intervención.

Lindinalva de Paula (Red de Mulheres Negras de Bahía), Milena Passos (Secretaria de Políticas para las Mujeres de Bahía), Cecilia Moreno Rojas (Centro de la Mujer Panameña) y Amanda Brito (Colectivo de Mujeres Negras Maria Maria) hicieron posible una mesa magistral sobre distintos frentes de la lucha de las mujeres negras en Brasil y América Latina, quienes externaron en combatir el racismo comprendiendo el territorio, pues es el lugar político de los cuerpos negros, ahí donde, pese al tiempo, nunca pasan desapercibidos.

La colectividad para llegar a las reparaciones históricas

En Brasil, especialmente, los índices de violencia policial están dramáticamente representados por la brutalidad contra la juventud negra: detenciones arbitrarias, falsos positivos y perfilamiento racial son problemas comunes en los espacios barriales y periféricos, donde las juventudes negras son criminalizadas, perseguidas y sometidas por fuerzas de seguridad.

Durante los días de actividades que sostuvimos, fueron convocadas algunas de las integrantes de las colectivas de Deise Benedito, el Centro de Estudios Afromexicanos Tembembe, para compartir experiencias generando respuestas frontales para atender, acompañar y denunciar casos de racismo.

También acompaño la Red de Protección y Resistencia Contra el Genocidio es un colectivo de madres que trabajan por el fortalecimiento de ayudas mutuas para enfrentar duelos causados por el racismo estructural. El trabajo de acompañamiento que desarrollan se basa en pensar las maternidades como procesos, nuevamente, colectivos. También tiene experiencia elaborando expedientes con pruebas positivas para desmantelar la corrupción de los cuerpos policiales y lograr la liberación de jóvenes negros a quienes se les imputan falsos delitos.

“Compartir nuestros dolores y nuestras angustias, hace que el trabajo en colectivo se fortalezca”.

El miedo como experiencia común del racismo, ha sido el catalizador para replantear las nociones sobre protección y afecto desde una perspectiva de vínculos amorosos que fomenten pertenencias comunales. Todo esto responde a un solo fin: reconstruir las humanidades que han sido destituidas y fisuradas por el racismo sistémico. Obligadamente, hablar de reparaciones es hablar de la salud mental y de paradigmas trasversales de gestión pública, eso permite formular mecanismos de cuidado colectivo y autodefensas amorosas.

¿Por qué conmemorar 15 años de trabajo en San Salvador de la Bahía de Todos los Santos?

A nivel continental, San Salvador de la Bahía de Todos los Santos es un referente en la historia de la resistencia negra. Fue uno de los puntos de intercambio comercial más importante en la historia de la trata trasatlántico. Desde el siglo XVIII albergó distintas rebeliones, como La Conjura Bahiana, el asedio de Salvador y la Rebelión de los Malê.

Estar en el Salvado es estar donde el primer navío puso a los africanos para ser vendidos, secuestrados, torturados e intercambiados como objetos de comercio. Cuando la gente dice que necesita evidencia sobre el racismo, basta recordar que esa violencia ha sido histórica, señala Deise Benedito.

No somos mujeres o negras, SOMOS MUJERES NEGRAS

La lucha por la dignidad no se ciñe a la participación en grupos de trabajo o colectivos, valora la importancia de crear espacios seguros para pensar en la felicidad como una experiencia común que todas las mujeres negras merecemos.

Para muchas compañeras, este encuentro significó una oportunidad de movilidad social, conocer otro lugar acompañada por alianzas y una red que entiende el goce y la convivencia como una responsabilidad que debe ser procurada en colectivo.

¿Por qué decir que el disfrute es un acto de responsabilidad? este planteamiento es una contra respuesta al extractivismo epistémico que, durante años, ha dictado con arbitrariedad sobre los elementos válidos en la gestación de movimientos sociales.

Nosotras no pertenecemos a efervescencias coyunturales, somos parte de una revolución constante; Somos el movimiento del mundo, porque el derecho a habitarlo ha sido una lucha de nosotras para nosotras.

Texto: Ana Hurtado

Fotos: Especiales