Danzando sobre una cuerda, Yadira abre paso a las maromeras en la Mixteca de Oaxaca

Yadira Mendoza es la primera mujer en integrarse a un grupo de maromeros en esta región; “como mujer me hace sentir muy feliz y orgullosa; yo quisiera invitar a más chicas que se puede”, dice

Juxtlahuaca. – Frente a la mirada del público que asiste a la feria patronal de San Sebastián Tecomaxtlahuaca, Yadira Mendoza baila sobre una cuerda; con apenas 17 años, es la primera mujer en integrarse al grupo de maromeros de esta zona de la Mixteca de Oaxaca.

Vestida con una enagua rosa y una blusa tradicional de Santa Catarina Noltepec, la joven se balancea sobre una gruesa cuerda de mecate suspendida a más de tres metros de altura, mientras el público le aplaude.

Cada uno de sus pasos es seguido atentamente por sus compañeros ante la posibilidad de una caída.

Yadira es la primera mujer que participa con los maromeros de San Martín Duraznos y Santiago Noltepec: “Estamos en un mundo diferente, ahora ya no tenemos ningún problema, pero antes tenían la tradición de que ninguna mujer podía entrar a esta danza; era ‘delicado’, decían y ahorita, pues nos da mucho gusto que Yadira se haya integrado con nosotros”, dice Mauro Pérez Márquez, representante del grupo.

Con el rostro pintado al igual que sus compañeros, la joven narra emocionada que se incorporó hace dos años al grupo de maromeros, lo cual fue todo un reto debido a que la participación de las mujeres en la danza de los maromeros es nula en la región.

“Empecé la danza por diversión, porque además siempre hemos idealizado que las mujeres no participamos. Como mujer me hace sentir muy feliz y orgullosa; yo quisiera invitar a más chicas que se puede”, confiesa Yadira en un descanso, mientras suena la banda de viento en la feria.

Los maromeros son un grupo de personas que practican la acrobacia y trapecio sobre las cuerdas; para su espectáculo, se visten de payasos y de distintos personajes de la vida comunitaria.

Se presentan principalmente en las fiestas religiosas y tradicionales de las comunidades de las regiones Mixteca y Mixe del estado, además de otras entidades como Guerrero, Puebla, Veracruz y Estado de México.

De acuerdo con la investigadora Pescayre Charlotte, “la práctica de la maroma se manifiesta como una ofrenda hacia una divinidad, generalmente al santo patrono del pueblo o como pedimento a una divinidad local”.

Maromeros, danza en resistencia

“Estamos rescatando este espectáculo porque ya se estaba perdiendo, lo estamos rescatando para engrandecer a nuestras fiestas, además de motivar a la gente, principalmente a los niños, para que esta diversión no se pierda”, narra Francisco Maclovio Santos, de Noltepec.

Los maromeros afirman que la migración ha hecho que muchos se olviden de esta danza; sin embargo, a muchos jóvenes les motiva el hecho de divertirse y ocupar los encuentros como un espacio de convivencia.

Por ello, consideran la danza como una tradición: “Cuando los jóvenes quieren participar, solo se ocupa de la voluntad”, agrega Mauro.

La danza de los maromeros ha sido parte del entretenimiento en la cultura de las comunidades de la nación Savi desde tiempos antiguos, afirman los pobladores; sin embargo, debido a la constante migración y la falta de incentivos, los grupos de danzantes se agotan.

Recientemente, en algunos espacios de Estados Unidos, jóvenes han formado pequeños grupos para continuar con la conservación de la tradicional danza: “allá arman su grupito y bailan”, explica Pérez Márquez.

Según el Anuario de migración y remesas México 2021, el municipio de Santiago Juxtlahuaca, al que pertenece la comunidad de Santa Rosa Caxtlahuaca, es el séptimo a nivel estatal con mayor captación de remesas. 

En este contexto, las juventudes son quienes principalmente han impulsado el rescate y fortalecimiento de los maromeros: el grupo de Noltepec-Duraznos al igual que la de Santa Rosa Caxtlahuaca, son jóvenes.

“Estamos tratando de rescatar la cultura que ya se está perdiendo, gracias a los compañeros estamos acá, por la pandemia se cancelaron muchas fiestas. Es un trabajo que hacemos por gusto, así seguiremos año con año”, agrega José Luis Hernández, de San Martín Duraznos, quien se viste de payaso.

Entre aplausos, los jóvenes recitan sus versos acompañados de la banda de viento, luego bailan alegremente, mientras otros hacen piruetas en las cuerdas.

Texto/Fotos: Juana García